domingo, 5 de junio de 2011

100% consecuente

Hace poco tuve un encontronazo con una gente. Un grupo de amigos, que nos empezamos a frecuentar y a estar al día entre nosotros y a hacernos tan cercanos y tan imprescindibles, que por una tontería de nada, un día, implosionamos en un apagado estertor, que no se oyó en ninguna parte, como el árbol del bosque.

Una de las afectadas espetó con el dedo índice parado, ¡yo soy 100% consecuente!, y eso la hizo juez y verduga, y por último, qué cosas, mártir.

El grupo se disgregó y como en Madagascar, cada cuál escogió su lado más divertido de la playa y marcó en la arena una línea, y se siguió con las respectivas existencias, nadie es imprescindible para nadie.

Ahora que el polvazal se ha asentado, me ha quedado un sordo recuerdo de lo pasado.

100% de algo en un ser humano es un absurdo de cuantiosas decepciones. Ni la maldad más acabada alcanza su pináculo, y la bondad está carcomida de dudas. Hay que ir por la vida sin tratar de poner a otro ser humano en pedestales altos, - se va a caer en algún momento, es seguro -, alguien me había dicho, viví tu vida como si fuera una obra de arte, ok, se intenta, aunque lo que para mí es una maravilla a otra persona le parecerá una bazofia.

La consecuencia de ser 100% consecuente, es una vida en que imperarán blancos y negros, imposible estancia para un artista o una persona sensible, los grises en el medio del blanco y el negro, se considerarán cosas de pusilánimes y entonces nos quedaremos los variopintos en nuestro lado divertido de la playa moviendo el bote, hasta que en nuestra falta total de consecuencia, nos pille la muerte en forma de tsunami.

0% reciclables.

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