martes, 7 de junio de 2011

Cuento
Dejáme hablar


Déjame hablar, por favor. Sí, ya sé que hace añales que no nos hablamos, pero es que vos no sabés por las que he pasado yo: un calvario... Déjame hablar, que si no me eschingo y salgo a la calle agarrándome del pelo hasta caer muerta... ¿Qué no estás enterada de nada?, mirá mujer, amarráte el cinturón como decían en la película, porque esta es buena.... Vos te acordás de Manuel, aquel, como no te vas a acordar, sí, sí.., bueno no era muy guapo que digamos, de cara digo, pero era de esos hombres que la ropa no les va, ay chiquita porque desnudo era una divinidad griega, una cosa.., pero bueno, no voy a hablar bien de ese hijueputa, si lo que quiero es descubrirlo ante vos en toda su barbarie. Ah sí, mujer, así como lo oís, me hizo torerías que no te podés imaginar, yo jamás creí que una mujer podía caer tan bajo. Imagínate que no te voy a contar ni la mitad de lo que me hizo por miedo de que me perdás el respeto, no, no, apenas una pincelada, un matiz de lo que ese Cro Magnon causó estragos en mi vida... ¿Perdón?, bueno terminamos hace una semana, ¿se te hace poquito?, y yo fui quien lo quebró, que quede claro, ah sí, ya estaba harta del maltrato mental, del abuso, de su ingratitud.., vos sabés como soy yo, desinteresada, tan entregada a las relaciones, pero acaso creés que ese cabrón me agradeció algún regalo de los que les di, todos y cada uno cosas buenas, vos sabés como soy yo, nunca regalo cochinadas. Ay pero qué tonta fui, corriendo como enajenada en esa locura de San José buscando el reloj para bucear que tanto quería, si hasta me quiero patear a mí misma por lo tonta que fui... ¡45 mil colones!, por ahí tengo la factura timbrada, así como lo oís..., y no lo digo por rajar, vos me conocés, sabés lo desinteresada que soy, que hasta me paso de buena, como siempre: de bruta... Claro, cuando se lo di y se lo puso, brincaba de la alegría, como no el muy..., ya me está dando cólera de solo acordarme. Ahí sí que era buena, su mujercita y que tacatí y que tacatá, pero mirá en esos días.., como hago para no acordarme, pero es que no puedo, por Dios Santo, por qué me mandaste esta penitencia. ¿En qué iba?, ah sí, en esos días justamente me enfermé de una quiebra huesos terrible, mujer de casi morirse, estuve fatal y yo sola en mi departamento, íngrima, hirviendo en temperatura, oílo bien, acaso le nació a ese animal venirme a ver, que un juguito, que si se te ofrece algo de la farmacia, noo, con costos un par de llamadas, como quitándose el barniz del sentimiento de culpa, para al final largarse con sus amigotes a ver los partidos de la Sele a las cantinas... Ay no mujer, que las he pasado verdes con ese carajo...¿Aló, te oí bien?, pero cómo me podés preguntar eso a mí, yo, tener culpa de algo, como si no me conocieras, apenas empiezo a contarte. Ah, ya me acordé, esta es buenísima, como cuando se quebró el brazo haciendo esas piruetas con los mecates en un despeñadero, quién fue la que estuvo todo el tiempo a su lado, quien fue la que se tiró de su escritorio a riesgo de perder el trabajo, diay sí la tonta de moa, quién iba a ser, yo, la buenaza.., ahí sí que estaba feliz, tuvo cocinera, enfermera, asistenta de sus miserables asuntos, si hasta iba a hacerle esas kilométricas filas para cambiarle los cheques del banco, porque además yo literalmente me pasé a vivir a esa covacha, porque ese es otro asunto, cochino no hay, desordenado que ni por señas, ni te cuento las cosas que me encontraba cuando barría porque de seguro acabás de almorzar, la suciedad en el baño, debajo de su cama, solo yo, solo yo en mi idiotez le dejaba esa casa como un ajito, nítida... ¿Por qué una es así, ah?, decíme vos, porque yo levanto los ojos al cielo y no encuentro respuesta. Cuánto daría yo por ser de ésas que se acuestan con un tipo por noche y a la mañana chao, chao, si te vi no me acuerdo, pero yo no, me involucro, doy lo mejor de mí, dejo los pedazos de carne en el alambre por una relación y mirá como me va, como un quebrado me va. Si yo las veo en la calle, a las desvergonzadas esas, son esas las que les dan palo, ahí si que están como perritos a sus faldas, así es como les gusta, que sean bien putas y malas, que les pongan cuernos, que los chuleén, que les roben. Porque una sí que hace las cosas como Dios manda, de las que ponen el corazón en el asador, a ésas, como nosotras, sí que les va mal, pero se acabó esa vocación de esclava, de geisha tarada, encerrada en cuatro paredes esperando a que venga el macho cuando le de la gana: comió y jaló, ah no, así no más,  yo ya soy otra, y no te sorprendás si un día me ves en la barra de una bar, bien sentada en un banco con botas hasta la rodilla, minifalda de cuero, medias caladas y el pirucho bien enlacado, un día de estos lo hago te lo juro, ya me cansé de ser la buena de la película, la tonta que todo el mundo vacila... Sí, sí, sí, ya sé que vas a decir, que una recibió una buena educación, cultura, no, no, jamás podré ser una de ellas y me alegro sabés, porque tengo la conciencia muy limpia, ¡ando por todos lados con la conciencia bien limpia! Oí esto mujer, si yo llegué al extremo de esperarlo sentada hasta entrada la madrugada mientras llegaba borracho de sus fiestas, y no me llevaba a mí, ahí sí que no, la bruta en la casa y él en la calle con sus amigas que mejor ni te cuento y sus amigotes que nunca les caí bien. Imagínate que llegó a tal descaro de decirme que no me llevaba a sus fiestas porque hacía caritas, pero como no las iba a hacer, con esa gentuza de amigos que tenía, con esas mujerzuelas con boca de excusado que tomaban alcohol como cosacos, mirá, déjame hablar, es que yo tuve la mala suerte de que mis padres me pusieran en un buen colegio privado, bi-lin-gue, oílo bien, nada de esas cosas públicas que es de seguro que salieron esas alimañas... Ay no, no seás tontita, claro que de  los colegios públicos también salen gente educada como vos, no estaba generalizando, si te ofendí perdóname, si, si mi amor... Pues imagínate que me tenía que soplar a veces 6 o 7 horas con esa gente a la par, entre vulgaridades y cuentos del pasado en que no figuraba yo, y hasta a veces, no me vas a creer esto, hablaban con nostalgia de alguna zorra que fue novia de él y la ensalzaban en mi propia cara, y yo pobre de mí, disimulaba, pero por dentro estaba furiosa, y mirá en todo ese tiempo él ni me alzaba a ver, yo era un cero a la izquierda, toda su devoción para sus amigotes de mierda, todas las atenciones y yo ahí sentada en el medio del tumulto con una vergüenza ajena, porque te imaginarás que de las mesas de la par, la gente decente se horrorizaba de las barbaridades que se decían, ay no mujer, vos no sabés por las que yo he pasado con este hombre. Claro que al final las amigas entre comillas de él no me querían ni ver el pelo y yo las oía cuchicheando acerca de mí y criticando mi ropa, que vos sabés muy bien que de Benetton no baja y de seguro les daba como envidia mi buen gusto para vestir y que no tengo necesidad de andar con el culo pelado ni con las tetas afuera para que los hombres me volteen a ver, eso se llama glamour, las cuales ellas, en sus tugurios nunca aprendieron mi amor. Y ni que decirte de sus amigos hombres, imagínate que pillé a uno de ellos llamándome: la frígida, ¡a mí!, ¡a mí!, yo que soy una mujer de mi tiempo, y no una santulona, ni una anticuada, claro que tampoco soy de las que se cuelgan en las lámparas para complacer a los babosos pervertidos que andan por ahí, soy una mujer normal con sus apetitos sanos y muy normales, ni muy muy ni tan tan, decente, muy en su lugar. Claro también como ninguno de ellos pudo ponerme una zarpa encima, porque de seguro creían que yo era como las otras que había tenido Manuel, que se la pasaban de uno a otro, y después, porque así son los hombres, se contarían entre ellos hasta de qué color tendría el chunche de ahí abajo, perdoná si me pongo un poco malcriadilla, pero es que no había podido hablar con nadie de mi tragedia y a veces pierdo el control. Porque si he de serte sincera de ésta no me repongo, estoy cansada de dar y dar y no recibir nada a cambio... ¡Ah, y no has oído lo peor!, el muy desgraciado en uno de los interminables pleitos que me manda al sicólogo, ni le quito ni le agrego, así como lo oís, qué descaro por Dios, que yo era la loca obsesiva y dominante, él, que estaba como cabra en repollal, que cuando empezaba a beber sus birritas no podía parar hasta beberse el agua de los floreros y me manda a mí al loquero, y mal le va si me decido a ir a uno, porque de seguro el loquero saca un libro sobre el abuso en que viví en estos casi 9 meses, se hace millonario... Mirá vos, ahora que lo pienso, ay qué gozada, que me viera Manuel en tele, así toda linda, que me estuvieran entrevistando acerca del libro que yo inspiré y le cuente a estos cuatro millones de ticos y al millón de nicaragüenses que viven en esta bendita Costa Rica del patán que es él, ¡la verdad!, que se enteraran todos, a ver si le seguirían riendo las gracias los amiguitos. Ay no mujer, déjame hablar porque estoy devastada, vieras que si no termino esta relación enfermiza a tiempo quién sabe hasta dónde habría llegado, te lo advierto sin exagerar, pudimos haber sido portada de la Extra... Y si me preguntás si lo extraño, ¡ja!, ni a él, ni a su manicillo..., ay que bruta..., ya qué, ya conté, pero bueno vos sos como una tumba, es que ni eso, ya sé que te había dicho que tenía muy buen cuerpo, pero tenía un cosillo, que la verdad yo me hacía de la vista gorda porque lo quería montones, hasta en eso tonta, jate vos... ¿Perdón?, ah sí claro, también los orgasmos fingidos, las felicidades fingidas y la estabilidad fingida. Yo lo quise horrores, de nada sirve negarlo, pero él se encargó con todas sus acciones a que se me lavara la voluntad, y quedé exhausta en medio de todo... ¿Perdón...?, yo que sé, por ahí aparecerá otra tonta, ésas que nunca faltan, y se lo regalo, allá ella, ¿cómo qué cuál?, diay ésa, la nueva, ya me llegó el chisme de que anda con una atorrante, la verdad me da mucha lástima vos sabés, si supiera cual es su nueva víctima, sería capaz de llamarla y advertirle..., dejáme hablar..., ¿perdón?, pero si yo..., jamás mujer..., acaso sos vos..., no entiendo..., déjame hablar..., antes muerta que acusarte de..., ¿perdón?, ¡él está ahí con vos!, ¿pero qué está haciendo en tu casa?, ¡grandísima pedazo de zorra!, roba novios, descarada, déjame hablar, déjame hablar.... Ahh, ya entiendo, así que me dejaste hablar para ponerme yo sola la soga en el pescuezo, pues no te va a funcionar, ¿me oís?, porque quien como yo le hacía el desayuno en las mañanas, quién como yo le planchaba las camisas con Niágara, y quién como yo se tendía de felpudo para sus bellos pies, el volverá, ¿me oís?, el volverá conmigo, déjame hablar, ¡déjame hablar!

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